
En el juego, un individuo necesita proponer una división de cierta recompensa a otro y, a continuación, lograr que el segundo acepte la propuesta antes de que ambos puedan obtener el premio. Los humanos suelen ofrecer generosas cantidades, habitualmente del 50%, exactamente lo mismo que se ha registrado en el experimento con chimpancés.
“Hasta ahora se había asumido que el Juego del Ultimatum no podía utilizarse con animales porque estos elegirían la opción más egoísta”, explica Frans de Waal, coautor de la investigación. Sin embargo, el estudio “muestra que los chimpancés no solo tienen un sentido de la justicia similar al de los humanos sino que también poseen exactamente las mismas preferencias que nuestra especie”, aclara. Al fin y al cabo parece lógico que los chimpancés, que tiene un comportamiento cooperativo en la naturaleza, muestren preferencia por el reparto de recompensas equitativo.
De los resultados se deduce que la aversión humana a la desigualdad y nuestra afinidad por los tratos “justos” han sido heredados de un antepasado común entre los monos y los simios.
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