sábado, 25 de mayo de 2013

La flexibilidad del cerebro para destinar recursos a una búsqueda visual

Una lente de contacto caída en el suelo del cuarto de baño, un hámster que se ha escapado en el patio, la llave del automóvil caída en un terreno de grava: ¿Cómo se pone a trabajar el cerebro cuando necesitamos prestar la máxima atención visual posible para encontrar cosas pequeñas en un entorno del que destacan muy poco? Se trata de un tipo de búsqueda del que el ejemplo más extremo y célebre es el de buscar la aguja en un pajar.
Una nueva investigación revela que cuando nos embarcamos en una búsqueda de esa clase, varias regiones visuales y no visuales del cerebro se ponen a trabajar a pleno rendimiento para localizar una persona, animal o cosa.
Nuestro cerebro está configurado para poder dedicar muchos recursos a ese tipo de búsqueda. Eso significa que si estamos buscando a un niño perdido en una multitud, las áreas del cerebro que normalmente están dedicadas a reconocer otros objetos, tales como animales, o incluso las áreas que rigen el pensamiento abstracto, abandonan temporalmente sus funciones habituales y se unen a la partida de búsqueda. De este modo, el cerebro pasa con notable rapidez a buscar de forma muy atenta a un niño, en el caso del ejemplo, y redirige a esa labor recursos que normalmente usa para otras tareas mentales.
El equipo de Tolga Cukur, de la Universidad de California en Berkeley, ha constatado que el cerebro humano es mucho más dinámico de lo que se pensaba, y reasigna con gran celeridad los recursos en función de las demandas de conducta.
Los resultados del nuevo estudio ayudan también a explicar por qué a mucha gente le resulta difícil concentrarse en más de una tarea a la vez.
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Cuando buscamos a una persona en un entorno, el cerebro dedica recursos extra a ello, representados en color verde en la imagen de arriba. El color rojo en la imagen de abajo representa la atención del cerebro pasando a concentrarse en la búsqueda de un vehículo. (Imagen: Yasmin Anwar / UC Berkeley)
Los resultados también aportan datos esclarecedores sobre la capacidad de concentración al abordar tareas difíciles, y sobre la mecánica de ciertas alteraciones neuroconductuales como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El nuevo estudio se ha basado en escaneos cerebrales mediante resonancia magnética funcional por imágenes (fMRI), a fin de registrar la actividad cerebral de los sujetos de estudio mientras estos buscaban personas o vehículos en vídeos. En un experimento, los participantes apretaban un botón cada vez que divisaban a una persona en el vídeo. En otro, hacían lo mismo pero con vehículos.

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