Los continuos cambios climatológicos que se están produciendo esta primavera, con bruscas subidas y bajadas de temperaturas, pueden hacer que aquellas personas aquejadas por algún tipo de trastorno mental como depresión o ansiedad sufran recaídas o acentúen sus episodios de crisis.
Así lo ha destacado el vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), José Antonio López Rodríguez, en declaraciones a Europa Press. "En primavera, nuestro cerebro se expone a una mayor cantidad de luz. Pasamos del invierno oscuro, lluvioso y lúgubre a una explosión de luz y de color, de olores que, como norma general, provocan trastornos en todo el organismo", explica el experto. Esto hace que sea la estación en la que también se den más casos de problemas digestivos, gastritis o alergias, "por lo que no es de extrañar que el órgano más fundamental de nuestro cuerpo, el cerebro, también se vea trastocado", añade.
Síntomas de esta desestabilización son las alteraciones en el sueño, un cansancio físico mayor de lo habitual y la irritabilidad. Sin embargo, no a todos nos afectan por igual estos cambios. Existe un grupo de riesgo más propenso a ser afectado por las variaciones de temperatura. "Aquellos que ya en otras estaciones y fundamentalmente en otras primaveras han tenido o han sufrido baches e incluso en desencadenamiento de otros trastornos ya existentes". La tristeza, la ansiedad o el cansancio propios de estos cambios de temperaturas son normales, siempre y cuando no excedan de los 10 días.
Este experto ha apuntado que la razón fundamental por la cual en primavera y en verano estamos más alterados es la luz, que es "una gran estimulante cerebral". "Al recibir más luz, estamos más alterados y, por tanto, más despiertos y revolucionados", según ha expuesto.
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